miércoles, 9 de noviembre de 2016

Un viaje por Irena Marie Rieband. Parte 1ª.


Artículo escrito por Irena Marie Rieband y publicado en la revista Americana The Horn Call, May 2010.
Irena Marie Rieband se graduó de la Universidad de Londres y es trompa solista de la Sudecka Philharmonic Orchestra en Polonia.
Su tesis esta completa en el sitio web de la IHS.
Puedes contactar con ella vía email mediante su website www.rieband.com. © copyright Irena Marie Rieband.
   

Un viaje


   Esta es la historia de mi viaje hacia recuperar la confianza desde la debilidad del dolor, investigando las causas del deterioro en trompistas y posibles curas,y encontrando el camino de regreso a una forma de tocar alegre y saludable.

Antecedentes
    
   La primera vez que oí el sonido de la trompa fue en la iglesia, cuando yo tenía 5 años, y fui cautivada por su sonido. A la edad de 9 años comencé a tocar la trompa en la escuela, a los 14 años recibí lecciones de Derek Taylor en la Royal Academy y dos años más tarde recibí una beca para estudiar en la Purcell School; estudié en la Universidad de Londres con Julian Baker y también recibí clases privadas de Fergus McWilliam en Berlín. En ese momento no me preocupaban los aspectos técnicos a la hora de tocar la trompa. Cuestiones como instrumento, boquilla o embocadura no eran una preocupación. Podía tocar cualquier cosa y siempre podía confiar en mi sonido.

  Durante un ensayo de la sinfonía nº3 de Schumann, tocando como trompa solista a los 23 años, y en la época en que estaba pensando en empezar a hacer audiciones, fui repentinamente sorprendida por un dolor en el coxis. Traté de seguir viviendo con la esperanza de que el dolor pasara, pero pronto ya no era capaz de sentarme, ni mucho menos en la orquesta. Al principio busqué ayuda en la medicina convencional, pero descubrí que mi columna vertebral se encontraba en excelentes condiciones y todas las visitas a los cirujanos ortopédicos, radiólogos, ginecólogos y especialistas en la osteoporosis resultaron infructuosos e incluso humillantes. Nada ayudó. Llegué a temer que nunca podría coger el instrumento de nuevo.

Cuando al final lo hice, siete años más tarde, después de un tratamiento prolongado y haber trabajando como profesora universitaria en marketing y gestión de orquesta, me sentí perpleja. Nunca antes había pensado en los mecanismos de tocar, y ahora se me presentaban una larga serie de cuestiones técnicas que antes ni me había dado cuenta de que existían.

Mi cuerpo estaba agitado con las siempre cambiantes tensiones. No podía encontrar la manera anterior de respirar o de producir mi rico sonido. Probé una técnica tras otra, pero cada vez me enfrentaba a alguna barrera, reaccionaba emocionalmente a los consejos de los profesores y sufría un miedo escénico grave, que nunca antes había experimentado. Me encontré con un dilema, ya que buscaba ayuda externa a pesar de que no era capaz de seguir cualquiera de los consejos que me daban. Principalmente no podía entender porqué tocar la trompa era de pronto tan difícil, cuando ya sabía por mi experiencia anterior que en realidad era fácil. En resumen, había perdido toda la fe en mi misma.

Comencé a mirar las cosas desde una perspectiva más amplia, lo que sin duda ayudó. Cada trompista y profesor tiene su propia técnica, su propia manera de respirar, su propia embocadura e incluso su propia manera de sostener el instrumento. Empecé a darme cuenta de que aunque muchos músicos parecen estar en el escenario y hacer su trabajo sin ningún tipo de inhibición, cada uno tiene su propio umbral personal a que enfrentarse. Algunos músicos nunca experimentan un fracaso, mientras que otros topan con problemas puntuales relacionados con ansiedad, tensión muscular, o miedo escénico, que a veces pueden incluso conducir a una crisis y un colapso total.

Tenemos que aprender a valernos por nosotros mismos. Creo que es la esencia de todo el problema. Habiendo experimentado con gran variedad de técnicas, métodos y aparatos para la respiración, ejercicios mentales y físicos, diferentes calentamientos, seguía todavía buscando. Todo ello me ayudó en mayor o menor grado. Pero los problemas técnicos contra los que había estado luchando no comenzaron a desaparecer hasta que fui totalmente consciente de la validez de mi propia experiencia al buscar lo mejor para mi. Ahora me alegro  de estar trabajando profesionalmente como trompa solista, de haber empezado de nuevo a disfrutar tocando y principalmente de poder apreciar el valor de la vida misma.

Investigación

Creo que el mayor problema para cualquier trompista que busca soluciones a su falta de confianza o a una crisis es que no sabe dónde buscar ayuda. Las estadísticas muestran que muchos músicos, ya sean aficionados, profesionales o estudiantes, experimentan diversos grados de problemas de salud relacionados con su actividad musical. A pesar de eso, la información general relativa a las exigencias físicas y mentales en las actuaciones o la integridad física y psicológica de los músicos era muy poca hasta finales del siglo XX. Los expertos comprometidos con el campo admiten que la investigación está todavía en su infancia. En cuanto a los trompistas, estos estudios en cuestión son prácticamente inexistentes. Aunque algunas instituciones musicales se han ocupado en profundidad sobre estas cuestiones generales, los propios músicos reconocen que durante sus estudios no se prepararon para problemas específicos de salud. Sin embargo, los resultados de las investigaciones realizadas hasta la fecha, así como historias personales de los casos citados en el artículo parecen ser una valiosa fuente de información y un buen comienzo para empezar el viaje hacia la recuperación.

Casos de estudio: Julian Baker

Julian Baker es profesor en el Royal College of Music y anteriormente fue trompa solista de la Royal Opera House Covent Garden y The Hallé Orchestra. Admite haber sufrido ansiedad en las actuaciones de sus primeros años. Se crió en una familia con tradición musical, y cree que la presión al fomentar el convertirse en un perfeccionista contribuyó a aumentar su ansiedad. A los 21 años debutó en concierto con una orquesta profesional. Cuatro o cinco minutos antes de salir al escenario vomitó (algo generalmente no relacionado con Mozart).

La sensación de náuseas antes de cada actuación pasó a ser normal, hasta que, sin ayuda médica, su confianza en su habilidad para lidiar con el problema causó una reducción de los síntomas físicos. Mientras siempre dudaba de la sinceridad del elogio y aliento de los demás, poco a poco aprendió a creer en su utilidad para mejorar su próxima actuación. Además aprendió a ocultar su "problema" y superar la ansiedad utilizando diferentes técnicas. Antes de cada actuación practicaba la respiración lenta y profunda, e intentaba reproducir estas sensaciones mientras tocaba. Comenzó a usar beta bloqueadores para reducir los síntomas físicos.

Julian se toma su tiempo antes de las actuaciones para mentalizarse, un proceso que puede durar, desde un corto tiempo a más de una hora en alguna ocasión. También planea el tiempo de inactividad, a menudo con un libro para desviar los pensamientos de la actuación. El hábito de salir a escena en el último minuto se mantuvo hasta el final de su carrera. Las razones permanecieron en secreto, lo cual provocó reacciones perplejas no siempre favorables de los colegas y algunos directores.

Julian no habla demasiado acerca de la ansiedad en sus clases para que no se le preste una atención especial y no causar un estrés innecesario. Cree que las preocupaciones sobre tocar en público pueden reforzarse si se hace referencia a este fenómeno. Sostiene que es mucho mejor para enseñar actuar como si este problema nunca existiera. Trata de ayudar a los estudiantes a entender que uno tiene derecho a cometer errores. Por último, odia la expresión "eres tan bueno como lo fue tu última actuación." "¿Qué pasa con todos los conciertos de años anteriores que fueron muy buenos?", argumenta. No tener que ser perfecto es un hecho que aprendió a aceptar solamente hacia el final de su carrera como trompista.

En retrospectiva, Julian sospecha que desarrolló una especie de distonía focal leve debido a la sobrecarga de los músculos de la embocadura y la falta de descanso suficiente, que se manifestaba en forma de temblor incontrolable y una fatiga constante de los labios, incluso en la mañana o dejando de tocar unos días. Anima a cualquier persona que necesita ayuda a hacer uso de ayuda de profesionales debidamente capacitados, y su recomendación más importante es dejar de tocar la trompa de vez en cuando. Siempre recomienda recordar los fundamentos de tocar la trompa, que son el estilo, el sonido y la resistencia. Nunca estudiar demasiado o incorrectamente y encontrar otros hobbies en la vida constituyen una fuente de disfrute y placer.

Katie Pryce

Katie, graduada en la Royal Academy of Music, fue la primera trompista solista de la KwaZulu-Natal Philharmonic Orchestra en Durban, Sudáfrica, y actualmente es freelance en Londres.

Katie no tuvo problemas de confianza o miedo escénico en los primeros años. Pero cuando comenzó a estudiar en la Royal Academy of Music resultó que su nombre era ya conocido, lo cual la sorprendió, y se encontró “totalmente abrumada por la presión”. A la edad de 17 años de repente sintió que debía responder a las expectativas de los demás. Sufrió síntomas como temblor, palpitaciones, sudoración, y lo que ella llama “pasar por los movimientos”, desear llegar al final de la pieza. Por primera vez no disfrutaba tocando, se desmotivó y estudiaba cada vez menos, estando atrapada en un círculo vicioso.

Katie informó al médico porque no era capaz de entender lo que le estaba pasando y sospechaba de una depresión. El médico diagnosticó un caso de miedo escénico y le recetó beta bloqueadores. Sin embargo, Katie no estaba preparada para tomar pastillas. "Empecé a hacer un montón de ejercicios de respiración y hablar con la gente. Era todo una cuestión de respiración y de mantener mi cabeza ordenada." En el tercer año de estudios comenzó a recuperar la confianza.

Ahora, antes de los conciertos, por lo general se centra en mantener una hoja de papel en la pared por medio de aire soplado y considera que es una buena forma de no prestar atención a los nervios. “Pensamos en nuestra cabeza que el mundo se acabará si fallamos pero no es así”. Practica ejercicios de técnica Alexander, empezó a ir al gimnasio hace varios años y cuida su alimentación. “Ponerse en forma es muy importante”. Katie percibe ahora el miedo escénico como "un acto muy egoísta".

Michael Purton

Michael fue trompa solista de la Hallé Orchestra. En 1999 le fue diagnosticado un caso inusual de distonía focal. Mirando hacia atrás en su carrera como trompa solista se ve como una "persona sensible" que intentó encontrar caminos para sobreponerse a los nervios. No fue hasta bien avanzada su carrera como primer trompa cuando empezó a sufrir un trastorno del equilibrio. Su cabeza comenzó a inclinarse hacia atrás y el problema empeoró progresivamente hasta que no podía sostener la boquilla en su posición. Mike visitó el mejor especialista de Londres, quien le dijo que la causa de esta enfermedad era desconocida y que tal vez el trastorno desaparecería por sí mismo. Después de probar varias terapias, incluyendo la homeopatía, la hipnosis y la técnica Alexander, no puedo encontrar una cura inmediata y decidió cambiar de carrera.

Mirando atrás, cree que su problema fue debido a una debilidad en el sentido de equilibrio, exagerado por factores adicionales como el estrés y la angustia. Mike admite también que no se cuidó mucho. Hace hincapié en la necesidad de “tener un estilo de vida saludable”, es decir, dormir suficiente, mantenerse en forma, comer bien, aprender a hacer frente al ambiente de trabajo como el estrés y la presión, así como "deshacerse de cualquier problema técnico persistente."

De acuerdo con Mike uno debe pensar de esta manera: "no importa si meto la pata, hay otras cosas que puedo hacer en la vida". Lo toma con un enfoque filosófico y cree que a veces nuestra conciencia interior nos dice lo que es mejor para nosotros. En su caso, la conciencia le sugirió la necesidad de empezar algo nuevo. Hoy en día es el director de la Bromley Youth Music Trust y no se arrepiente en absoluto. Bromea diciendo que hay dos cosas en su vida de las que se alegra a) haber sido durante trece años trompa principal de la Hallé Orchestra, y b) ¡que ya no lo es!

Georg Schreckenberger

Georg es segundo trompa de la Berliner Philharmoniker. Comenzó a tocar la trompa a los 14 años y encontró a Gerd Seifert en Bayreuth, donde su padre era trombón solista. Ganó una beca para estudiar en el conservatorio de música en Mannheim, y pronto comenzó a estudiar con Marie-Luise Neunecker en Frankfurt. Quería continuar sus estudios, pero alentado por su padre, empezó a hacer audiciones, y ganó una plaza en la WDR Sinfonieorchester Köln a los 18 años. Seis años más tarde pasó a ser segundo trompa de la Berliner Philharmoniker. Todo fue sin problemas hasta el año 2001, cuando se quitó una muela del juicio.

"Cuando volví a tocar, sentí una ligera irritación en el labio inferior izquierdo y en el área de la barbilla, pero pensé que se pasaría. Después de todo no había tocado durante algunos días. Pero nada mejoró, comencé a tener problemas en el registro medio, y pronto aparecieron problemas de ansiedad." En 2002 los médicos le diagnosticaron un caso leve de la distonía y estuvo de baja durante tres meses. Le mandaron pastillas para la ansiedad y se encontró suficientemente bien para volver al trabajo después del verano. Pero tocar se convirtió poco a poco en algo muy difícil de nuevo y el verano siguiente ya no era capaz de emitir una nota. "Me sentía como si mi lengua estuviera atada, los labios apretados en el interior, lo cual no me permitía dejar pasar el aire. Sólo cuando empecé a centrarme en el flujo de aire, la situación comenzó a mejorar.”

Georg buscó ayuda de un profesor, experimentó con varios métodos, tales como las Chicago techniques (Song and Wind) y la técnica Alexander, los cuales encontró útiles. “Lo más importante es reducir las expectativas propias y celebrar los pequeños éxitos. Porque la primera cosa que se pierde es la confianza en las cosas que aprendiste y que estuviste haciendo con éxito. Así que cuando estás en un punto muerto, donde nada funciona y deseas regresar al escenario, tienes que hacer un cambio completo de mentalidad." Esto es lo que él aconseja: 1. No pienses en los viejos tiempos y en lo que eras capaz de tocar –esos días ya pasaron. 2. No pensar en los momentos cuando de repente no podías tocar nada. 3. No te compares con los demás o con tu yo anterior –no tiene sentido. 4. No pienses en el largo camino que tuviste que recorrer para llegar a tu yo anterior ya que nunca serás la misma persona de nuevo. 5. Acepta cualquier ayuda, por pequeña que sea. 6. No te enfades contigo mismo o te hagas preguntas como "¿por qué yo?" o "¿si solamente pudiera...?". Son una pérdida de tiempo.

Sus consejos para ayudarse a uno mismo son: 1. Celebra cada pequeño progreso. Tal vez sólo una nota que hoy ha sonado muy bien. 2. Permite que el miedo esté presente, ya sea del futuro, de lo que puede decir un director o de las reacciones de tus colegas. 3. Se abierto. Habla con la gente y no ocultes ni te encierres en ti mismo. 4. Encuentra un lugar para estudiar solo, donde no te sientas observado.

Georg está trabajando de nuevo desde la temporada 2004/2005, pero dice que aunque los otros quizá no se dan cuenta, no toca la trompa “como antes”. Por otra parte cree sus los problemas de labio eran reflejo de otros más profundos. Georg es un ávido corredor y le encanta montar en bicicleta. El deporte es una parte esencial de su vida diaria, así como la filosofía según la cual "hay que dejar de lado de absolutamente todo".

Helmut Sprenger

Helmut fue durante cuatro años trompa solista en la Gießen Philharmonic Orchestra en Hessen, Alemania y luego durante 16 años tocó en la Bremen Philharmonic Orchestra. Recuerda claramente la secuencia de eventos cuando las cosas empezaron a ir mal. Comenzó con una pifia en la entrada de un solo fortíssimo en una obra grande con ocho trompas, que sembró las primeras dudas en su mente. Entonces se produjo un ataque de temblores en los labios tocando la parte de trompa segundo en la sinfonía nº8 de Bruckner. Empezó a preguntarse qué estaba pasando. Continuó con la esperanza de que el problema se resolviera por si solo. Poco después comenzó a experimentar un aumento de dolor en la espalda que culminó en una hernia discal de la que tuvo que ser operado. Él dice: "mi carga de confianza se perdió. Aquella sensación de 'tener el mundo a mis pies' desapareció. Demasiada auto-observación”.

Helmut recuerda su primer concierto al volver a trabajar después de la operación. Tocó la tercera trompa en Die Fledermaus y fue “totalmente vergonzoso”. Entonces vino el miedo a la posibilidad de perder el trabajo. Su labio pasó a estar entumecido y "duro como una piedra" y dejó de trabajar temporalmente otra vez. Con la ayuda de profesores, entre ellos Marie-Luise Neunecker y Christoph Kohler de Lübeck y el método de Farkas, se recuperó lo suficiente como para volver a trabajar. Pero Helmut dice que fue demasiado pronto. Por desgracia estaba pensando demasiado en aquel momento y en su cabeza ocurría una especie de "duelo". Por segunda vez sus labios fallaron de nuevo y era incapaz de emitir una nota. Otra vez buscó ayuda, esta vez del profesor de trompeta Klaus Schuhwerk en Aschaffenburg, en Baviera. Mediante el uso de métodos no convencionales, tales como tocar notas largas tumbado sobre su espalda, fue capaz de tocar sus primeras notas de nuevo.

En su opinión, la clave para la recuperación fue reprogramar su mente y sus pensamientos. Afirma que todo está en la mente y tiene relación con el ego; la única persona que bloquea tus sueños eres tú mismo. Si algo empieza a ir mal, no hay que esperar a que se solucione por si mismo, hay que buscar ayuda inmediatamente. Hace hincapié en dos cosas: en primer lugar, recordar que somos solamente seres humanos y no máquinas, por lo que debemos aceptar que hay buenos y malos momentos, que incluso pueden durar unas semanas. Ser amable con uno mismo y tratar de hacerlo mejor la próxima vez con actitud paciente. En segundo lugar encontrar un hobby para equilibrar la presión en el trabajo, usar técnicas de relajación para lidiar con la ansiedad por ejemplo entrenamiento autógeno, técnica Alexander, o cualquier otro. Señala también que los estudiantes ambiciosos son los más propensos a las crisis.

Helmut es ahora capaz de tocar cualquier cosa en su casa, pero todavía no ha regresado a la orquesta. Continúa su carrera musical como director freelance, y profesor de trompa en diferentes niveles, incluyendo músicos profesionales que pasan por una crisis. Está muy satisfecho de haber superado con éxito su experiencia.
© copyright Irena Marie Rieband.

1 comentario:

  1. excelente aporte. me encanto el saber que los demás músicos del mundo, se habrán a nuevos pensamientos con su yo interno; eso ayuda a quererse mas y a explorarse como realmente lo son. ante todo hay que enamorarse de un mismo para así ser realmente feliz con lo que hacemos en nuestro que hacer diario. gracias por esta información tan valiosa.

    ResponderEliminar